Siempre sonriendo, no era pose para la foto. Así era siempre.
Mi primo era un santo. Hacía deporte, no tomaba, no fumaba, creía en Dios y no era mujeriego.
No era una persona corriente. Tenía esa energía positiva que todos sienten.
Siempre tratan de recordar lo bueno de la gente y dicen cosas buenas de la gente. Pero seamos honestos. En este mundo hay mucha gente mala.
Existe gente que cuyo epitafio debiera ser:
Aquí yace don xxy, nos apiadamos del diablo que lo recibirá en su encuentro.
No es el caso de mi primo, mi primo era verdaderamente bueno. La última vez que peleamos fue a los 4 años. Obviamente yo comencé la pelea y estaba perdiendo así que lo mordí para ganar la pelea. Y así fue siempre mi primo. Muy tranquilo con su sonrisa todo el tiempo. Tomándolo todo a broma.
Un fanático de supermán, rambo y los super héroes.
Era también fanático de la lucha libre y el fútbol. Coleccionista de varios tipos de álbumes. El último fue el álbum mundialista.
No tuve el tiempo para preguntar si pudo ver la película de los magníficos. Creo que le habría gustado.
Es difícil saber que sigue después de esta vida carnal. Yo creo que nuestro espíritu asciende a un mundo diferente donde seguimos en un proceso de perfección.
Por eso no me siento triste por mi primo. Simplemente terminó su etapa carnal en la tierra antes que todos. Ya no necesitaba aprender más acá y se tuvo que ir antes.
Tal vez lo más importante que aprendí de todo esto es recordarles a todos, que nuestra vida es efímera. No podemos darnos el gusto de odiar, hacer daño, mentir, engañar. Creas en Dios o no, da igual, nuestra vida tiene que estar cargada de bondad, cooperación, compasión y de la facultad de perdonar.
Si estás peleado con alguien, reconcíliate. La vida no puede ser desperdiciada con odios.